jueves, 14 de julio de 2016

PRÓLOGO AL TOMO II DE "CARTAS CONTRA MUROS" (Cartas a Pedro Varela en prisión) - Inédito, por JUAN MASSANA



UNA ÚLTIMA CARTA A PEDRO VARELA

​Tengo que excusarme. Yo no le escribí ninguna carta a Pedro Varela. Quizá por pereza; me fue más fácil acompañarle el día en que de forma voluntaria se entregó en la cárcel de Lledoners, donde injustamente me "acusó" de ser el "culpable" de su ingreso en prisión por haberle tomado juramento un lejano en el tiempo (pero cercano en el corazón) Día Nacional de CEDADE. Yo no fui el culpable; cualquiera puede tomar juramento a otro, cualquiera puede prestar un juramento, pero muy pocos son capaces de mantener ese juramento, y hasta ahora en España sólo uno ha ido a la cárcel para mantenerlo: PEDRO VARELA. También me fue más fácil manifestarme en la Plaza de San Jaime de Barcelona, donde, pidiendo su libertad, nos concentramos camaradas que (pese a ser "inactuales") fuimos muchos más que otros que alardean de "populistas" como única excusa para medrar personalmente y aprovecharse de la "ardorosa ingenuidad" de nuestras juventudes. Y todo ello fue además sobradamente recompensado aquella mañana en que pude acompañarle en su regreso, no sólo a la libertad, sino a la tarea para la que ha demostrado mucho más mérito y valor que otros sedicentes jefes.

​De las cartas que aquí se publican, me han llamado poderosamente la atención algunos hechos incontrovertibles:

​En primer lugar, todos los que escriben a Pedro se escandalizan de que esté encarcelado por vender libros. Yo ya no me extraño. Un conocido me explicó hace poco un chiste: Se encuentran dos amigos y uno le dice al otro: "¿Sabes? Se ha aprobado una nueva Ley: ahora mi padre ya se puede casar con el tuyo... ¡pero no podrán fumar en el banquete de bodas!". Así es la Ley en este territorio donde antes estuvo España, y donde hoy campa a sus anchas toda la escoria mundial: es posible ser absuelto después de triturar los niños asesinados, como lo han sido "médicos" abortistas; es posible cumplir sólo parte de la condena si se es un reincidente asesino de mujeres españolas, un flagrante pederasta o un degenerado terrorista que utiliza a los masacrados como moneda de cambio para negociar con gobiernos débiles y cobardes; cualquier delincuente ha gozado de los privilegios, reducciones de pena y beneficios penitenciarios, todos los condenados menos uno: Pedro Varela, que vende libros.
En el todavía "Reino de España" no hay dinero para sanidad, ni para escuelas, ni para evitar que algunos compatriotas desesperados se lancen por el balcón ante la perspectiva de que ellos y sus hijos tengan que dormir en la calle, pero hay dinero (esquilmado a los ciudadanos y no aportado por los políticos) para mantener en Barcelona una policía política con la misión de leer en diagonal los libros que puedan venderse en la pequeña calle Séneca, hay dinero para mantener jueces nombrados a dedo, con el resultado de un librero encarcelado mientras todos los corruptos ("socialistas" de Andalucía con sus falsos EREs, "populares" de Valencia y Madrid con sus trajes y sobres, demócrata-cristianos y convergentes de Barcelona con sus estaciones de ITV autoconcedidas, estafas a la formación de los parados, impuestos revolucionarios cobrados a empresas constructoras mediante instituciones musicales, bolsas de basura repletas de billetes; evasores fiscales en lo más alto, y un larguísimo etcétera), todos los corruptos, repito, se pasean por los bulevares haciendo cortes de mangas y "peinetas"; hay también dinero para mantener toda la estructura y todo el personal de "Fiscalías contra el Odio" que bien poco amor rezuman.

​El "Partido Popular" llegó al poder gracias a promesas como, entre otras muchas, la de derogar la Ley que fomenta el aborto libre, pero ante la estupefacción de aquellos ingenuos devotos votantes, este gobierno, que se proclama no menos devoto y católico, más de dos años después sólo ha tenido tiempo para elaborar mediante su Ministro de Justicia (y creo que miembro del Opus Dei) un proyecto legislativo que condene a quienes duden de algo tan actual, tan relacionado con España, y tan cristiano como las "sentencias" del llamado "Tribunal de Nuremberg", en el que se sentaron como "jueces" los representantes de Stalin, genocida impune gracias a la democracia pasada y presente y el mayor asesino de cristianos de toda la historia. Alguien a quien deben realmente homenajear, puesto que fue el mejor propagador de los juicios políticos contra todo y contra todos.

​Así pues Pedro Varela no fue detenido "arbitrariamente". Pedro Varela fue perseguido y condenado según juicios y procedimientos ajustados al orden jurídico vigente. Como Juana de Arco, Galileo Galilei y José Antonio Primo de Rivera.

​Como ocurre al final de la película "Rojo y Negro" de Carlos Arévalo, en la que aparecen en el Madrid de 1936 los cuerpos inánimes de incontables hombres y mujeres, asesinados por los defensores del "gobierno legítimo" que antes pintaban en las paredes "Manifestaos contra la pena de muerte", el librero encarcelado Pedro Varela tiene el consuelo de saber que sus perseguidores de hoy son aquellos rojos de ayer que nos decían que "El fascismo se quita leyendo" o "Donde hoy se queman libros, mañana se quemarán hombres".

​En segundo lugar: Cartas por centenares, desde abogados hasta albañiles, desde simples anécdotas personales hasta largas disquisiciones, pero todas con el común denominador de decir lo que se piensa, y no de pensar lo que se dice; en algunos originales quizá la ortografía falta, pero en todas el corazón... sobra. A todos ellos poco les importa decir lo que "convenga" para arañar unos votos que no acaban de llegar o aceptar una propina del enemigo camuflado. Para ellos, hoy como ayer, "Mi honor se llama fidelidad". Y ese honor que, como "el honor de Dios" en el Becket de Jean Anouilh, tiene un apellido: nuestro honor y el honor de aquéllos que cayeron por nuestros ideales, ese honor ha sido mantenido por Pedro Varela.

​Aquéllos que se caracterizan por una firmeza total en el mantenimiento de los principios ideológicos, y a quienes acometa la duda de que quizás la consecuencia de su actitud pudiera ser perder muchos amigos, acaso más perspicaces, y les invada la tristeza pensando en una cierta soledad, se encontrarán con los ejemplos, que, como decía el Dr. Goebbels, son más importantes que los hombres... Cuando posiblemente la segunda guerra mundial ya estaba perdida, Hitler comentó a uno de sus ayudantes que el nacional-socialismo tenía la suerte de contar en sus filas con uno de los mayores idealistas de la historia. El ayudante le dijo más o menos: "Claro, mi Führer, usted". Hitler contestó: "No. Rudolf Hess". Como lo definió el General Esteban Infantes, cuán clarividente debía ser ese hombre, pues a Hess aún le quedaban cuarenta años de cárcel por mantener nuestras ideas.

​Como reiteran esos muchos centenares de cartas que Pedro Varela ha recibido en el Spandau de la democracia española, el nacional-socialismo en el siglo XXI puede proclamar con orgullo y desafío que tiene la fortuna de contar en sus filas con uno de los mayores idealistas de este tiempo: PEDRO VARELA.

2 comentarios:

  1. Hermosa redacción, desde Paraguay estoy intentando hacer lo posible para mandarle una carta a Varela... No me es fácil ya que aquí no tenemos sistema de correo sólido.

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